Un ex sacerdote italiano de 66 años, acusado de abuso de menores, fue asesinado por su amante de 18 en Medellín
El fin de semana pasado, la Policía de Medellín recibió una extraña llamada que terminaría en una insólita historia. Un joven confesó a la línea de emergencia haber asesinado a su pareja sentimental en su casa, en un edificio del barrio Estadio, un hombre de 66 años.
Poco tiempo después, una patrulla capturó al joven de 18 años y, con ayuda de los bomberos, logró evitar que se quitara la vida, mientras este amenazaba con lanzarse de un sexto piso.
La Policía realizó el levantamiento del cadáver de un hombre de edad mayor que estaba amarrado en la cama, vestido únicamente con ropa interior, con la cabeza cubierta por una sábana y con un cuchillo incrustado en el pecho.
Tras las declaraciones del joven, pudieron establecer que el hombre muerto con arma blanca encontrado en el domicilio era Dino Cinel, un historiador, escritor y ex sacerdote italoamericano expulsado de los Estados Unidos por haber abusado sexualmente de menores de edad.
Pero esta no es la única vez que Cinel da de qué hablar a la prensa. A finales de 1988, Cinel, quien vivía en la iglesia católica Santa Rita en Nueva Orleans, Estados Unidos, viajó de vacaciones a Italia. Un colega sacerdote encontró en su cuarto 160 horas de videos en los que aparecía teniendo sexo oral, anal, orgías y otras actividades sexuales con al menos siete menores de edad.
El arzobispo de la ciudad lo denunció penalmente, un juez lo acusó por pornografía infantil, pero en una misteriosa artimaña jurídica quedó en libertad.
El Vaticano tampoco hizo mucho respecto al caso, solo lo excomulgó pero nunca fue juzgado. De hecho, tiempo después Cinel envió a la Santa Sede una carta donde contaba que había sido abusado cuando era niño por un sacerdote italiano.
La Iglesia actuó discretamente, pero a finales de 1991, la revista Vanity Fair Italia reveló la historia completa. Contó cómo el fiscal del distrito que llevó el caso de Cinel por pornografía infantil, Harry Connick, nunca quiso adelantar cargos para no avergonzar a la «Santa Madre de la Iglesia». Y que el acusado, posteriormente, se dedicó a la docencia en la Universidad de Tulane, en Nueva York, donde lo presentaban como «distinguido profesor».